La tranquilidad, belleza natural y diversidad cultural, han sido algunos de los requisitos que buscan ciertos turistas alrededor del mundo. Sobre todo, en un mundo, tan cambiante y en el cuál las interacciones con el resto de la población, en ocasiones, superan el tiempo de asimilación. De ese modo, Baja California Sur resulta un escenario idóneo, no sólo por la plenitud visual de sus paisajes o por la variedad de recursos naturales: playas, desiertos, flora y fauna endémica; sino por su patrimonio como las misiones y pinturas rupestres; y su riqueza cultural, que la constituyen sus habitantes locales, los cuales, a lo largo de las últimas décadas, se han visto inmiscuidos en el fenómeno del turismo y en el intercambio constante que este conlleva.Edward F. Ricketts, donde narra su viaje al Mar de Cortés (1940), retomado más tarde por Steinbeck en su obra The Log from the Sea of Cortez(1951), no sólo destaca las valiosas descripciones de la naturaleza, sino las interacciones con las personas locales que se encontró a su paso, uno de los planteamientos más interesantes es que tales comunidades al estar lejanas de la tecnología y sociedad moderna, aún no habían sido erosionadas.Otra descripción vital para entender las maravillas que atesoraban estas latitudes es la aportada por Fernando Jordán (1951), en una obra clásica El otro México. Biografía de Baja California sur, escrita a manera de reportaje, da cuenta no sólo de la geografía de la península, sino de la vida peninsular, de la que el mismo se expresaba, que había manejado la historia como novela y la geografía como aventura.
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